La vida está llena de estas pequeñas perlas, que sólo brillan si te paras y las miras, si no estás demasiado ciego o demasiado apresurado para dejarlas a un lado al caminar:
Cuando iba en el autobús, hace un año, no era el único que miraba al sol mientras éste se ocultaba en la infinita llanura castellana. Había más ojos esperando al mágico momento en que al fin se escondió.
En ese momento me di cuenta de que iba rodeado de musulmanes, hombres que viajaban solos y alguna pareja. Personas desconocidas entre sí que a la puesta de sol sacaron de sus bolsos y bolsillos unas pocas viandas para romper el ayuno del ramadán. Rápidamente, la bolsa de panchitos, el trozo de pan y el único botellín de agua pasó de mano en mano, en un gesto solidario entre extraños que me conmovió.
Una palabra surgía de todos los labios, una palabra que me viene ahora a la mente: shukran (gracias).