En una situación de duelo se reacciona a partir de dos claves.
Una es cómo somos de verdad, sin máscaras ni autoengaños. La otra es cuáles son nuestras convicciones profundas, los valores reales (no teorías) que se han forjado en nuestro corazón. Uno se puede apoyar con confianza en ambos pilares.
Lo demás es humo.