Vaya año estamos teniendo. Pero todo tiene un por qué y un para qué. Si en 2020 se nos llamó a un despertar colectivo, a reconocer las estructuras de poder (personales y sociales) que ya no funcionan, este es el momento donde hay que afrontar la realidad: nada se va crear sin un esfuerzo y un sacrificio.
Los tiempos huelen a revuelta, a cambio brusco. Los eclipses ya nos han puesto sobre la pista de que todo lo antiguo, lo que no vale, tiene que ser arrancado de raíz, como una mala hierba que estropea lo sembrado. Y en esas estaremos.
Las personas que no estén haciendo su trabajo personal, van a actuar con rebeldía frente a los demás, intentando arrojar a la cara de los otros, sus propias frustraciones. Por eso, este es un momento peligroso, convulso, desordenado. Por eso, ahora hay que tener más claridad que nunca, más paciencia que nunca, más ecuanimidad que nunca. Hay que tener cuidado con las decisiones que se toman queriendo contentar a unos y olvidando a otros. Porque nadie estará contento.
Saturno, Marte y Urano nos están pateando fuerte, y quien se deje llevar por una cólera fácil, verá el resultado en forma de conflictos que pueden explotar en su cara. Todo lo que das, te viene devuelto.
La revolución que de verdad cuenta, es la revolución interior. La revolución de la conciencia. Dejar atrás todo lo que ya no sirve y ser valientes. Abrirnos a una nueva vida donde predominen los valores del Amor. La revolución consiste en sanar las heridas del corazón, tener valor y tener compasión. Mirar dentro y sanar antes de culpar a lo de fuera.
Aceptando la responsabilidad, equilibrando, mirando siempre a lo más elevado, estaremos cumpliendo nuestra tarea en este mundo. Los incendios es mejor dejárselo a los pirómanos.
La luna llena se produce en el grado 3 de Capricornio, a las 18:41 horas GMT del día 24 de junio de 2021.