Hay días como hoy, en que me despierto recordando a uno de mis maestros, Joseph Campbell, con palabras como estas, que resuenan, como lo han hecho mil veces en mi interior:
\»La gente dice que todos estamos buscando el sentido de la vida. No creo que sea eso lo que buscamos. Pienso que lo que buscamos es la experiencia de estar vivos, de tal manera que las vivencias que tenemos en el plano puramente físico tengan resonancias con aquellas que se producen en nuestro más profundo ser y realidad. De modo que lo que sentimos realmente es el entusiasmo de estar vivos. De eso se trata todo.\»
Pienso, mientras comienza mi día, un lunes ajetreado como tantos, en cómo nos empeñamos en buscar un sentido racional a las cosas. Cuánto tiempo, cuánta energía malgastada en el baile de ideas que se desarrolla frenéticamente en nuestras mentes. (Algunos aliviarán esa tensión con las adicciones, la televisión, la charla superficial o el deporte de masas, otros se hundirán sin frenos en la depresión o la ansiedad.)
Y como perseguidor que soy del Significado, me pregunto ¿existe tal cosa? ¿Hay algo que de verdad dé orden al caos aparente de la vida? Y si existe ¿acaso nos es dado poder conocerlo? Porque cada humano construye una teoría que dé sentido a su vida, y ninguna se parece a la otra. Todas suenan a justificación de los propios actos. Todas suenan a creaciones de una mente autocomplaciente.
Por eso recuerdo hoy a Joseph Campbell. Su teoría, que no es más que una entre siete mil millones, pero que a mí me vale: vivir es el sentido. Y la propia vida te trae las claves si tienes humildad para mirar y para abrirte al conocimiento. No hay una teoría previa, como no hay un libro de instrucciones. Solamente está aquello que resuena contigo, aquello que tiene un eco en tu alma, aquello que a pesar del temor, de las dudas, de lo que puede ser o no, aquello que te dice: \»vibro con esto, esto me conmueve\».
Entonces y sólo entonces te das cuenta de que lo que vives está enmarcado en un sentido verdadero, profundo. Y no te entenderán porque no te ajustas a una moral. Ni a los juegos de algunos. No haces lo que se espera de ti, sino que vas en la dirección en la que sientes que tu corazón late más fuerte. No escoges, porque la vida ya está escogiendo por ti. Es entonces cuando te envuelves en la respiración de lo que amas, es entonces cuando los ojos que te miran te devuelven el amor que entregas.
Y la extraordinaria experiencia de vivir te trae la primavera, como un día traerá el otoño. Pero ahora es primavera, y es tiempo de caminar debajo de los árboles florecidos.
(Así empiezo el lunes… vaya semanita me espera 😀 )