Cierto libro cuenta que hubo una vez un hombre llamado Robinson Crusoe.
El señor Crusoe sobrevivió a un naufragio (buena suerte), quedando abandonado en una isla desierta (mala suerte).
28 años duró la solitaria estancia del señor Crusoe en su cárcel insular. Hasta que un día encontró a otro hombre.
Un hombre negro.
El señor Crusoe pudo hacer, de este hombre, su amigo.
Pero prefirió convertirle en su criado.