La auténtica búsqueda

Hoy, súbitamente, al despertar, entendí algo de mi anterior novela: \»Alma\».

Pero antes de explicarlo, una aclaración: yo no escribo libros, los libros se escriben solos. Mi tarea consiste en dejar que la idea llegue a mí desde algún lugar, dejar que crezca, sentir que la puedo hacer mía, que incluso me pertenece. Así de iluso soy.

Pero como vengo diciendo, los libros se escriben, no los escribo. Así que en algún momento de la tarea, al fin me rindo, mi ego se inclina ante eso superior que me visita, y todo fluye hasta el final.

Ahora voy a lo que entendí hoy, súbitamente al despertar.

La novela habla de personas que buscan. Hay tres buscadores principales y muchos secundarios. De estos no hablaré.

Los tres buscadores principales hablan de tres facetas de la búsqueda.

Hay un buscador desencantado y viejo, que cree haber abandonado la búsqueda. Como si la búsqueda no fuera algo superior a uno mismo, algo que no se comienza ni se termina, que está siempre presente. La búsqueda no se abandona.

Hay un buscador ingenuo, que en el camino descubre que la búsqueda es algo más profundo de lo que cree. Es un veneno que te atrapa y no te suelta, que te hace madurar a golpes y también suavemente. La búsqueda es algo que te compromete más allá de lo que imaginas.

Hay por fin una mujer que no sabe que está buscando algo, hasta que la búsqueda ha penetrado tan hondo en su alma, que ya no puede rechazar la llamada. Ésta es la más sabia, pues reconoce que toda búsqueda sirve a un fin. Un buen fin.

Al final, escribir un libro es como cortejar a alguien. Él cree que la está enamorando, mientras ella se ríe en secreto porque cree que controla la situación. Cree tener la llave.

Pero en realidad es el Amor el que teje los hilos. Es el Amor, más allá de lo que podemos suponer, quien te acerca a quien te corresponde desde el inicio del tiempo.

Porque el Amor es la auténtica búsqueda.