Acabo de conocer la noticia de la muerte de José Argüelles (que se produjo el 23 de marzo pasado). Argüelles es conocido por ser el divulgador, realmente el creador, del \»calendario maya\», y a pesar de lo que sigue, adelanto que es un tipo que me despertaba ciertas simpatías.
Sería tedioso explicar aquí por qué su interpretación del Tzolkin es incorrecta y que por tanto, su calendario, que cuenta con bastantes seguidores, es poco menos que una aberración desde el punto de vista de la preservación de la cultura maya. Ahora bien, como astrólogo, y por tanto, como amante del tiempo y su significado, la trayectoria de Argüelles me plantea hoy algunos interrogantes o consideraciones que quiero dejar esbozados:
La necesidad de creer. Muchas personas que de buena fe siguen su calendario ignoran su inexactitud por la sencilla razón de que no se han molestado en estudiar con una mínima profundidad esa cultura maya que admiran. ¿Se les puede culpar por ello? ¿Acaso no vivimos en un mundo donde la cultura es \»de segunda mano\»? Por citar un ejemplo que me resulta próximo: ¿cuántos admiradores tiene Jung y cuántos le han leído en profundidad?
Ignorancia acerca de lo que es una creación artística. El trabajo de Argüelles tiene valor en la medida en que es una creación artística. El hecho de que se sustente vagamente en un conocimiento científico (arqueológico, etnográfico) es secundario. Admiro el trabajo del artista que inventa un calendario, del mismo modo que admiro la interpretación que hace Xul Solar del Zodiaco. Pero no hasta el punto de confundir creación o interpretación con realidad.
Ahora bien, no hay que olvidar la responsabilidad del artista Argüelles, que no vendía su trabajo como interpretación, sino como realidad (aunque luego modificó su postura), lo que puede confundir a muchas personas de buena voluntad que, como dije más arriba, \»necesitan creer\».
Y por último, ¿acaso no es todo impostura?: el arte, la ciencia, la paraciencia, los calendarios, el tiempo, los mayas terrenales y los galácticos. Y por serlo, ¿acaso no es todo real si creemos en ello? Quizá sí.
Seguramente sí.