Se cuenta que cuando Jung visitó África se sintió subyugado, casi embrujado, por la música que tocaba un grupo de percusionistas. Inmediatamente sintió el deseo de abandonarse al ritmo de los tambores, el impulso de dejar que éstos invadieran su alma. Pero con el horror típico del hombre blanco que se encuentra con su propia parte animal, rechazó el impulso, temiendo que si lo hacía caería en una locura irremediable.
Esta historia, real, inspiró a Peter Gabriel una canción que inicialmente iba a titularse \»Jung en África\», pero que luego recibió el nombre de \»El ritmo del calor\». Es un tema extraño, vanguardista, envolvente, que hipnotiza y que nos invita a escucharlo a pleno volumen, con los ojos cerrados, con el corazón abierto.
(Ahora que hemos olvidado el lenguaje secreto del éxtasis; ahora que la espiritualidad y la curación se venden a gusto del consumidor; ahora que el animal está vencido y domesticado; ahora que gobiernan el miedo y la costumbre, bajo el ritmo de los tambores ¿dejarás salir a los ángeles y a los demonios? ¿te atreves a abandonarte? ¿te atreves a confiar?)