Días tranquilos en Pinos del Valle
Reconozco que no me gustan los gatos. No es personal. Pero no me gustan. Así que mientras escribo y Meiga me calienta la barriga y ronronea con ese motor misterioso que tienen los felinos en alguna parte de la garganta, siento una secreta felicidad: la de traicionarme por un rato. Hablábamos uno de estos días […]
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