A veces, para ayudarnos, Él nos hace llorar.
Feliz es el ojo que derrama lágrimas por Él.
Afortunado el corazón que late por Él.
La risa siempre llega después de las lágrimas.
Benditos son aquellos que comprenden.
La vida florece por donde corre el agua.
Cuando se derraman lágrimas
surge la compasión divina.
– Rumi