Se cuenta de Nasrudín que cierto día fue a visitar a un sacerdote.
– Saludos, he venido a ver a Dios – le dijo.
El clérigo le mostró el templo y la roca sagrada, y le contestó con voz de trueno:
– Ahí está Dios.
Otro día fue a ver a un místico y también le preguntó por Dios.
– ¿Dios? está en todas partes – fue la desdeñosa respuesta que recibió.
Y al fin, otro dia, encontró a un loco que chapoteaba en el barro con los cerdos, y le preguntó, Dios ¿dónde está?
– Dios está en ti – le contestó el impuro con una sonrisa pícara.
A lo que Nasrudín contestó:
– Por un momento te creí un loco, pero realmente sólo eres un poco tonto. Porque Dios no existe, Dios no habita aquí.
El loco se encogió de hombros y Nasrudín volvió a su casa muy aliviado.