En estos tiempos de zozobra me llega el testimonio de dos personas, dos mujeres que están buscando hacer algunos cambios en sus vidas. Una de ellas desea abandonar el local donde tiene su negocio por otro mejor. La segunda desea cambiar de vivienda. En ambos casos, se tropiezan con personas bienintencionadas que les dicen aquello de \»ahora no es tiempo de hacer cambios, no es tiempo de arriesgarse, con la que está cayendo\».
Debo aclarar que estas dos mujeres (que no se conocen entre sí), no son personas alocadas o inconscientes, y que sus proyectos son prácticos y razonables.
Así que me pregunto: si uno no puede realizar un cambio en el momento en que tiene la energía precisa y expectativas de tener algún éxito, entonces cuándo. ¿En qué momento hemos permitido que el miedo se cuele en nuestra conciencia de esta manera?
Sin entrar en teorías conspirativas, el miedo es útil para ciertos poderes, ya que es una portentosa arma de control masivo. Pero no es bueno para las personas. No es bueno para nadie.
En momentos así recuerdo una frase de mi abuelo. No sé las palabras exactas, pero sí el mensaje: \»Si no tienes ganas de hacer algo, no lo hagas, pero tampoco le quites las ganas al que quiere hacerlo.\»
Cuidado con el miedo: es contagioso.