Existe mucha controversia acerca de si el mundo va a cambiar o no después de esta pandemia. La respuesta sencilla es que nadie lo sabe.
Mi percepción en este momento es la siguiente: no es que el mundo vaya a cambiar después de la pandemia, es que lleva tiempo cambiando muy deprisa. En ese contexto, la situación actual no es más que un paso más en un camino que lleva tiempo trazado. Un paso que a ciertos poderes les está viniendo bien, sea el virus algo natural o fabricado.
Porque en contra de lo que muchos dicen acerca de que la situación causada por este virus no se podía prever, sí que se podía prever. Algunos lo tenían previsto.
Este confinamiento casi planetario, no es más que un ensayo general del mundo que se quiere imponer. Para que seamos dóciles, nos faltan aún unas vueltas de tuerca más.
Naomi Klein definió muy bien a la sociedad en confinamiento al decir que este es el mundo soñado por los magnates de Silicon Valley, los dueños de Internet. Una sociedad donde las relaciones cercanas están abolidas más allá del núcleo familiar básico, donde se consume ocio online, donde las compras se hacen por internet y la comida nos llega a domicilio a través de repartidores mal pagados. Un mundo donde las mega-corporaciones ganan cada vez más mientras los pequeños negocios, basados en la proximidad, en el trato personal, cada vez tienen menos atractivo.
Se trata de un mundo liso y sin imperfecciones. Como una publicación de Instagram donde la pose está perfectamente calculada y sometida a los filtros más atractivos. Como un vídeo de TikTok donde no se admiten imágenes de “feos y pobres”.
El aislamiento es una buena metáfora de la idea que se quiere implantar. Personas solas y desconectadas emocionalmente de los demás: el distanciamiento social prolongado en el tiempo más allá de lo que se necesita actualmente.
¿Para qué molestarse en construir relaciones íntimas con los demás cuando la pornografía está en todas partes, cuando se puede comprar semen para la auto-inseminación como quien pide una pizza? (Recomiendo el documental “La teoría sueca del amor”, activando subtítulos en español.) Pronto los robots sexuales serán asequibles a muchos bolsillos, y proporcionarán también cariño, compañía, incluso conversación a gusto del consumidor.
Por supuesto, no defiendo que todo el mundo deba vivir en pareja, ni que las familias tengan que seguir un modelo tradicional. Cada cual que viva como quiera o como pueda.
Lo que sí digo es que un modelo social basado en la soledad y el aislamiento como norma, crea individuos fácilmente manipulables, consumidores compulsivos, individualistas extremos. Un mundo donde la referencia es el “me gusta”. Un mundo donde se muere solo y a nadie le importa. Nosotros elegimos si queremos ese modelo o no, y para poder elegir, tenemos que estar atentos a los mensajes que se nos dan, a la propaganda que se hace llegar. Que nadie se engañe en esto, la presión en los próximos años va a ser fortísima.
Tampoco defiendo que reaccionemos contra la tecnología, como nuevos luditas. Es evidente que la tecnología tiene muchos usos positivos, yo la uso y la defiendo. Pero la tecnología no es algo neutro. Desde el arado hasta la inteligencia artificial, la tecnología construye modelos de sociedad y está mediatizada por intereses e ideologías.
La tecnología de rastreo de teléfonos móviles que se usa en Asia, se está publicitando ya como un medio para luchar contra el virus. Una vez implantada, ¿se eliminará aunque desaparezca el virus?
La primera red social debería ser la de los afectos y la proximidad cuando sea razonable tenerla. Aceptar que las relaciones son imperfectas porque los humanos somos imperfectos. Tejer relaciones, unirse, construir sociedad. Arriesgarse a tener amigos que piensan diferente y a los que no vamos a poder bloquear apretando un botón. Arriesgarse a amar.
Esto vale también para la economía, favoreciendo los negocios locales, los productos de proximidad. Dando valor a las creaciones personales antes que a los productos industriales. Consumiendo menos cantidad y más calidad, sabiendo que la calidad se paga, y eso es justo.
A corto plazo ¿cómo será la salida de esta situación?
En un primer momento, habrá cierta euforia contenida. El deseo de recuperar el tiempo perdido llenará las peluquerías, los salones de belleza y las tiendas de ropa. Pero ese sentimiento será muy breve, puesto que la realidad económica se va a imponer con fuerza. Además, la vida cotidiana no va a ser fácil. Muchos se sentirán aturdidos con las nuevas normas, atemorizados y tristes.
El brote de malestar psicológico y emocional llegará, calculo, entre junio y julio, coincidiendo con una serie de tres eclipses. Puede ser también un momento de inestabilidad mundial, lo que no nos ayudará a sentirnos mejor. Los problemas laborales y económicos, las carencias afectivas, la sensación de que nos “han robado” nuestra forma de vida, la obligación de reinventarse, todo eso va a suponer un alto coste en forma de depresiones, ansiedad, adicciones y trastornos alimenticios.
Junio y julio también serán meses donde se van a tramitar muchos divorcios, porque el choque de realidad no sólo se produce hacia el mundo exterior, sino que este tiempo ha hecho que bastantes personas se cuestionen acerca de con quién están compartiendo su vida. Psicólogos y abogados, van a tener mucho trabajo.
El mayor riesgo de rebrote de la epidemia se dará entre octubre y noviembre en el hemisferio norte. El hemisferio sur, desgraciadamente, aún no ha visto lo peor de esta enfermedad.
Una de las claves para no salir muy dañados de esta situación es volver la mirada hacia dentro, aprender acerca de cómo somos, sin fantasías ni autoengaños. También mirar nuestras relaciones, lo que hemos construido, porque son un reflejo de nosotros. Atrevernos a hacer los cambios necesarios. Reparar lo que tenga arreglo, pero tampoco tener miedo a empezar de nuevo. Volver a la tierra, tanto en sentido literal, como metafórico. Dar más valor a lo horizontal, lo que construimos entre todos, que a lo vertical, el poder externo.
En un próximo artículo, hablaré de los cambios que se pueden dar en el mundo en próximos meses y años.